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Por qué el impuesto a las bebidas ultraprocesadas azucaradas
Consumo de bebidas endulzadas
José Antonio Ocampo, ministro designado de Hacienda, aseguró que la próxima reforma tributaria incluiría un impuesto a las bebidas azucaradas.
Muchos son escépticos y dudan de esta iniciativa, pero la evidencia científica sin conflicto de interés la respalda. Se espera que esta medida sea efectiva para proteger la salud, la alimentación y la nutrición de los colombianos y beneficie a los hogares de bajos ingresos y a la niñez.
Según el informe de la FAO, los más afectados por la malnutrición y el hambre tienen un acceso limitado a los alimentos saludables y sostenibles, en contraste con la cada vez mayor dependencia del consumo de productos nocivos para la salud, como las bebidas y los comestibles ultraprocesados.
Colombia se suma a la tendencia en la región: la epidemia del consumo de ultraprocesados. Dicha epidemia consiste en un aumento desproporcionado en la publicidad, promoción, disponibilidad y consumo de estos productos, en comparación con la escaza atención que reciben los alimentos naturales. De esta forma, los productos nocivos invaden los platos de los menos favorecidos.
Los estudios revelan que 9 de cada 10 escolares no consumen la cantidad mínima de frutas y verduras recomendada por la OMS. De hecho, 3 de cada 4 de los encuestados toma bebidas azucaradas o gaseosas una o más veces al día, con los efectos negativos para la salud y el planeta que esto conlleva.
Efectos medioambientales
Además de las consecuencias sobre la salud, los productos ultraprocesados afectan negativamente la huella hídrica y la huella de carbono. Estudios recientes revelan que algunas empresas pueden crear conflictos por el agua en los territorios donde operan las embotelladoras.
Este es el caso de Postobón, cuya fuente de abastecimiento son las aguas subterráneas, las aguas superficiales y los acueductos municipales. Durante 2020 esta empresa usó la cantidad de agua necesaria para llenar 1543 piscinas olímpicas, en un país con elevados índices de necesidades básicas insatisfechas y pobreza. Esto sucede en la Guajira, donde no hay acceso al agua potable y las personas deben comprar bebidas industrializadas, ampliando así las brechas de desigualdad.
Efectos en la salud
La evidencia científica demuestra la relación entre el consumo de bebidas ultraprocesadas y las crecientes tasas de obesidad y sus patologías asociadas.
Según el Ministerio de Salud, “las bebidas azucaradas son causantes de 13 % de la mortalidad por diabetes, 5 % de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y 1 % de la mortalidad por neoplasias asociadas. Esto podría traducirse en un total de aproximadamente 3.500 muertes anuales”.
Los efectos negativos de las bebidas ultraprocesadas endulzadas son mayores sobre los hogares de bajos ingresos y, por ende, la carga de salud también es mayor. Hay una asociación inversa entre la posición socioeconómica de la niñez y sus familias, y las posibilidades de padecer obesidad.
Según la CEPAL, la doble carga de malnutrición (desnutrición y sobrepeso) afecta de manera creciente a la población pobre y vulnerable, y es un factor más de la desigualdad vigente en América Latina.
El impuesto
Por esto urge disminuir el consumo de las bebidas ultraprocesadas. Este es el propósito del impuesto, desde una perspectiva de salud pública, ambiental y orientado al cierre de brechas. Pero no cualquier impuesto funcionaría; deben atenderse las recomendaciones de los expertos y los estudios sin conflicto de interés en esta materia.
En un estudio de 2018 de Andrés Vecino recomienda que la tasa sea de al menos el 24 %, pues se estima que así se reduciría el consumo en un 30 %. Por su parte, la Comisión de Estudio del Sistema Tributario Territorial propone un impuesto de $750 por litro.
Al reducir el consumo, disminuirán las enfermedades no transmisibles con el tiempo, se protegerá el bolsillo de los hogares de bajos ingresos al evitar los costos por el tratamiento de estas enfermedades, y se protegerá al planeta de los daños ambientales relacionados con su producción.
Según este enfoque, el impuesto sería progresivo, pues no pretende castigar el bolsillo de los hogares, sino desestimular el consumo de los productos perjudiciales para la salud.
Por eso conviene evaluar qué hogares se beneficiarían más de una reducción de los efectos perniciosos para la salud de los ultraprocesados y analizar de manera holística la progresividad de este tipo de impuesto, pues puede tener resultados globales si sus ingresos se invierten en los hogares de menores recursos.
Al respecto, el relator de la ONU para el derecho a la alimentación considera que los sistemas impositivos son “directamente relevantes para la realización del derecho a la alimentación”, ya que los impuestos podrían sostener las mejoras necesarias para garantizar el acceso a los alimentos saludables y reducir la compra de los no saludables.
Incorporar el impuesto a las bebidas ultraprocesadas endulzadas en la anunciada reforma tributaria es una forma de acatar el llamado de las agencias internacionales, la academia y la sociedad civil colombiana. Esta medida ayudará a disminuir las brechas de desigualdad alimentaria y ambiental, a proteger a los hogares de bajos ingresos, y a garantizarle a las generaciones futuras una vida digna y un mejor planeta.
Fuente: https://razonpublica.com/impuesto-las-bebidas-endulzadas-los-alimentos-ultraprocesados/