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¿Cómo son las lesiones que provoca la viruela del mono? Así lo hemos estudiado
Para este estudio, se incluyó únicamente aquellos pacientes que presentaron un resultado positivo en alguna de las tomas realizadas para Orthopoxvirus o Monkeypox virus (MPXV). Se realizó una encuesta a través de la plataforma REDCap en la que se recogieron datos de carácter clínico, demográficos y epidemiológicos.
Pseudopústulas y dolor intenso
Los resultados mostraron que la mayoría de las lesiones comenzaban en la zona genital, facial, perianal o en las extremidades. Únicamente un pequeño porcentaje de los pacientes (11 %) presentó lesiones circunscritas o aisladas.
Uno de los aspectos más importantes que aportamos es la descripción de la lesión fundamental de la viruela del mono. Aunque se hable habitualmente de pústulas, lo que se ha podido observar es que estas lesiones constituyen pseudopústulas, dado que su contenido es principalmente sólido y blanquecino.
Además, las lesiones suelen presentar un centro necrótico y un halo eritematoso que les otorga su aspecto característico. Posteriormente, a medida que evolucionan estas lesiones, pueden adquirir un aspecto más purulento, necrosado o incluso ulcerado. Este es un dato fundamental para poder ayudar en su reconocimiento por parte, no solo de dermatólogos, sino de otros profesionales sanitarios que no estén tan acostumbrados a valorar lesiones cutáneas.
Los síntomas de las lesiones reportados por los pacientes fueron variables, pero algunas fueron muy dolorosas y se asociaron a la inflamación de los ganglios regionales (linfadenopatía).
Otros síntomas: inflamaciones, fiebre, cansancio…
Aparte de las lesiones cutáneas, otras manifestaciones menos habituales pero relevantes fueron: los panadizos (inflamación de la parte distal de los dedos), la afectación directa de la mucosa oral o genital y la proctitis (inflamación de la mucosa rectal). Estas lesiones podían aparecer de manera aislada, asociada a las lesiones cutáneas o precozmente, por lo que se subraya la importancia de conocer su relación con el virus para poder realizar el diagnóstico adecuado.
Todos los pacientes incluidos en el estudio presentaron síntomas sistémicos, mayormente inflamación de ganglios (56 %), fiebre (54 %), dolor muscular (44 %), cansancio (44 %) y cefalea (32 %). La mayoría de las veces estos síntomas aparecieron de forma concomitante o entre 2 y 3 días antes de la aparición de las lesiones cutáneas.
Pocas hospitalizaciones y ningún fallecimiento
La necesidad de hospitalización fue casi anecdótica (solamente 4 casos, el 2 % del total), y en estos pocos casos se hizo para controlar el dolor o para la vigilancia preventiva de aparición de síntomas severos (disfagia severa, conjuntivitis y sospecha de perforación). Ninguno de los pacientes falleció.
Todos los enfermos de nuestra serie fueron hombres. Además, todos ellos referían haber tenido relaciones sexuales con otros hombres (99 %), y la mayoría tuvieron múltiples parejas sexuales en las semanas previas a la aparición de los síntomas.
Otros datos epidemiológicos de interés observados fueron que el 54 % de los pacientes habían presentado el diagnostico de alguna infección de transmisión sexual (ITS) en los meses previos, el 34 % utilizaba algún tipo de droga en sus relaciones sexuales chemsex y el 42 % eran positivos para el VIH. También fue habitual el uso de PrEP (profilaxis preexposición) en pacientes VIH negativos. Además, en el 76 % de los casos se encontró otra ITS concomitante en el momento de presentar viruela símica.
La presencia de infección concomitante de VIH (con buen control virológico) o la vacunación previa a la viruela humana no se asoció a mayor o menor severidad de la enfermedad.
En cuanto al periodo de incubación, en nuestra serie la mediana de días desde la exposición sospechosa (en aquellos pacientes donde se pudo establecer fielmente el momento de la exposición) hasta el inicio de los síntomas fue de 6 días (con un intervalo de entre 4 y 9).
¿Cómo es la infección y quién se infecta?
Las lesiones cutáneas son una manifestación clave de la infección. Su comienzo es habitual en forma sólida a partir de pseudopústulas que posteriormente se necrosan y se pueden ulcerar. Los síntomas sistémicos aparecen en una gran parte de pacientes infectados y constituyen un hallazgo importante para la detección precoz de algunos casos; sobre todo de aquellos que hayan tenido un contacto estrecho con otra persona diagnosticada.
Se trata de una enfermedad leve en la mayoría de los casos. Hay que prestar especial atención a la sintomatología más atípica que pudiera aparecer aislada o que conlleve un manejo más complejo como la proctitis, las lesiones en la vía aérea y los panadizos.
La infección concomitante con otras ITS es un hallazgo frecuente en los pacientes diagnosticados de viruela de los monos, por lo que se debe de buscar activamente.
Aunque el brote actual se esté produciendo fundamentalmente en hombres que tienen sexo con otros hombres y con prácticas de riesgo, cabe la posibilidad de que con el aumento de la incidencia se produzcan casos en pacientes o grupos poblacionales de un perfil diferente.
No obstante, con el debido cuidado para evitar la estigmatización, todos los esfuerzos de control (información, vacunación…) deben dirigirse principalmente a este grupo más afectado, con la ayuda de los colectivos LGBTIQ+, para protegerlos y ofrecer una oportunidad óptima para controlar el brote. Sin dejar de lado la importancia de que todos los profesionales sanitarios, independientemente de la especialización, conozcan esta enfermedad y sus características clínicas, para poder diagnosticar la patología en cualquier persona susceptible al contagio.
En este momento, nuestra arma principal para el control del brote es animar e insistir a los pacientes que hayan recibido un diagnóstico de cumplir el periodo de aislamiento recomendado. Además, disponer de la vacuna podrá ayudar a inmunizar a los contactos de los casos confirmados o a toda aquella persona que pueda tener más riesgo de adquirir la enfermedad.
Es de suma importancia continuar la investigación y el trabajo conjunto y coordinado de la comunidad científica para poder avanzar en el conocimiento de esta enfermedad y responder a las preguntas que todavía nos planteamos como por ejemplo la persistencia del virus en fluidos o mucosas, la posibilidad de contagio a través de personas asintomáticas o el manejo más idóneo de nuestros pacientes.